“Queremos que cada vez más chilenos puedan hacer investigación en la Antártica”
Los últimos diez años de la vida de José Retamales Espinoza han girado en torno a la Antártica. Así parece quedar reflejado en las paredes de su oficina, adornadas con diferentes mapas del Continente Blanco, desde Patriot Hills hasta las islas Elefante y Joinville, lugares históricos vinculados a las travesías de Sir Ernest Shackleton y del capitán D’Urville. También hay lugar para un mapa topográfico de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, a través de la cual operan actualmente 17 de los 29 países con programas científicos antárticos, lo que en parte es resultado de la gestión que desarrolla el INACH, dirigido por Retamales desde diciembre del 2003.
Sin embargo, el vínculo de este profesor de Ingeniería Química de la Universidad de Magallanes, doctorado en Inglaterra, con la Antártica se remonta a los días en que fuera rector de esa casa de estudios (1990-94). Fue entonces cuando creó el Centro Austral Antártico, como una forma de reforzar el vínculo de esta universidad regional con el Continente Blanco. Retamales es el primer científico de los ocho directores que ha tenido el INACH. Al cumplirse este 2013 los 50 años de vida del Instituto y una década del traslado de su sede nacional a Punta Arenas, él hace una revisión de este “proceso sostenido de cambios para mejorar la ciencia de nuestro país en la Antártica”.
“Lo que causa más impacto en la comunidad internacional son las cifras de crecimiento que ha tenido nuestro programa, donde se han multiplicado por 30 la cantidad de recursos que se transfieren a los científicos chilenos para hacer investigación antártica”, recalca.
En la actualidad, Chile posee un Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) consolidado, con cinco líneas de investigación, ocho concursos con cinco fondos de financiamiento (INACH, PIA, FONDECYT, FONDEF, INNOVA) abiertos y transparentes para la investigación de pre y postgrado, y con una comunidad científica que está en aumento.
«Fue un proceso paulatino que apuntó, en primer lugar, a potenciar el desarrollo de concursos. Si bien existía la decisión de hacer concursos, eso no era lo más importante en la toma de decisiones y seguían existiendo proyectos institucionales que llevaban largo tiempo y que eran una parte muy importante del quehacer antártico nacional. El propósito, en consecuencia, fue llegar a acuerdos con los diferentes fondos, a los que los investigadores pudieran postular para obtener financiamiento para ejecutar su ciencia antártica durante todo el año. Desde entonces, han ido surgiendo proyectos a partir de lo que el concurso dictamina, que son seleccionados con evaluaciones externas, de pares nacionales e internacionales, sobre la calidad y la pertinencia de las propuestas que recibimos”, recuerda Retamales.
Todo ello ha significado que actualmente 71 proyectos estén asociados al PROCIEN, más de tres veces lo que se apoyaba hace cinco años. Por otro lado, como indicador de la calidad de la ciencia polar nacional, el 2012 se llegó a cerca de 40 publicaciones ISI relacionadas con el PROCIEN, lo que representó un significativo aumento en relación al año anterior.
Más recursos para la ciencia antártica
En el rápido crecimiento de este programa, resultó fundamental, afirma la autoridad del INACH, “que cambiamos la metodología de decisión y cómo se distribuyen los recursos. Teníamos un programa nacional que disponía de (43 a) 47 millones de pesos para distribuir en el sistema universitario de CyT de Chile. Obviamente esos recursos eran insuficientes. Con los estándares que hoy tenemos, sólo se hubiera podido financiar tres proyectos”.
Por ello, se enfocó el trabajo en atraer nuevos fondos a través de asociaciones con instituciones nacionales, jugando un rol clave la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (Conicyt). “Lo que hicimos fue acercarnos a los diferentes programas de Conicyt y proponer asociaciones en las que INACH financia la logística, mientras ellos financian la transferencia de recursos para que el investigador trabaje durante el año y no solamente durante el tiempo que está en la Antártica”.
A partir del 2005, el INACH firma convenios con los Programas de Investigación Asociativa (PIA) y Fondecyt, financia logística de proyectos Fondef y de Inserción de Capital Humano, todos ellos de Conicyt, y postula proyectos al programa InnovaChile, de Corfo. “Estos convenios se fueron dando paulatinamente. Primero había que mostrar que lo podíamos hacer bien con los recursos que nos llegaran; una vez que eso se pudo demostrar con el PIA, se fueron abriendo nuevas instancias de cooperación. El interés por hacer ciencia fue creciendo al existir más recursos y, poco a poco, empezó a aumentar el número de investigadores interesados en hacer proyectos antárticos”.
Como resultado, se han sextuplicado los fondos disponibles para la ciencia antártica, pasando de 400 millones de pesos el 2004 a más de 2400 millones el 2012, sumando las transferencias a los científicos con el financiamiento logístico del trabajo en terreno. Sumando a esto el presupuesto de INACH, se llega a los 4500 millones de pesos de inversión nacional anual en ciencia antártica. Además, a partir de este año, el programa FONDAP, de Conicyt, incorporó a la Antártica como posible área prioritaria del país para el desarrollo de investigación científica, lo que abre un potencial enorme para la investigación polar.
Retamales destaca también que “por primera vez en la historia del país tenemos cuatro proyectos en el programa de Anillos de Investigación Antártica trabajando al mismo tiempo. Es muy sustantivo el que estos proyectos han logrado duplicar su valor: hoy alcanzan 900.000 dólares totales por 3 años (USD 300.000, anuales), lo que equivale a 150 millones de pesos por año”.
Abriendo nuevos horizontes para la ciencia
A unos 2.300 kilómetros al sur de Punta Arenas y 1.080 del polo sur, en el sector del glaciar Unión (80º latitud sur), Chile actualmente realiza operaciones de traslado de una base científica, que se espera sea visitada por el Presidente de la República, Sebastián Piñera, a comienzos de 2014.
¿El desafío? A juicio de la autoridad del INACH, “queremos seguir creciendo con acciones que nos permitan acceder a nuevos espacios para la ciencia”. Esto explica también el interés de reactivar, en convenio con la Fuerza Aérea de Chile, la estación “Teniente Luis Carvajal”, en el extremo sur de la isla Adelaida.
Ya el año pasado, en una inédita travesía al sur del paralelo 66º que señala el círculo polar antártico, ocho proyectos científicos nacionales que trabajan en las áreas de microbiología, ecología, ecofisiología, oceanografía física y estudios de calentamiento global y evolución del clima, realizaron actividades de exploración y muestreo en el sector de la bahía Margarita, abriendo un nuevo horizonte para los investigadores.
“Hemos tenido un importante avance en materia de infraestructura. En el cabo Shirreff, por ejemplo, teníamos algo muy precario, por lo que se construyó un módulo con un molino eólico, mejorando así las condiciones para los investigadores. Gracias a convenios con la Armada de Chile, se construyó un laboratorio en la base Prat, isla Greenwich, y se ha podido disponer de buques para campañas conjuntas Armada-INACH durante períodos cercanos a un mes cada año. Ello posibilita tener plataformas con helicóptero para distribuir a los investigadores en sus diferentes lugares de trabajo. En convenio con el Ejército de Chile se acondicionó además un laboratorio en la base O’Higgins, en la Península Antártica. De esta manera, se empieza a aumentar el número de bases donde pueden trabajar los investigadores, lo que amplía las posibilidades de investigación en terreno”.
Sin duda, uno de los mayores hitos del mejoramiento de la infraestructura antártica nacional corresponde a la ampliación en 600 m2 de la base científica “Profesor Julio Escudero”, en la península Fildes, isla Rey Jorge, que significó una inversión total de 1,5 millones de dólares. La base tuvo inicialmente una capacidad para 12 personas, pero con las nuevas instalaciones puede hoy alojar a 36 y, en casos de emergencia, puede cobijar hasta 60 personas. Los laboratorios de ciencias biológicas y naturales se han ampliado e incluyen hoy una biblioteca, una sala de lectura y una de conferencias. De igual modo, se habilitaron más espacios para los laboratorios de microbiología. En tanto, en los zócalos de la base se habilitó un laboratorio húmedo para estudios de biología marina.
En la próxima Expedición Científica Antártica (la número 50) habrán no menos de 51 proyectos del PROCIEN (un 24 % más que en la campaña pasada), que involucran a 156 investigadores, realizando trabajos en diversos puntos desde las islas Shetland del Sur hasta la isla Adelaida, en la bahía Margarita.
La Antártica: una ventana abierta al mundo
Durante la gestión del Dr. Retamales, el Instituto ha desplegado diversas acciones para propiciar una mayor colaboración internacional. Sólo durante este año, el INACH firmó convenios con instituciones en Bélgica, Polonia y Japón. Desde el 2010, se han firmado además convenios con instituciones de China, Ecuador, Brasil, Austria, Corea del Sur y el Reino Unido.
“Lo que hacemos es estimular la cooperación internacional, abrir el programa para que cada vez más chilenos puedan trabajar en redes con más extranjeros en propuestas científicas en la Antártica”, resalta Retamales. “En este sentido, hemos desarrollado principalmente dos estrategias. La primera de ellas, la empezamos a introducir en las bases de nuestros concursos a partir de 2006 y se basa en el concepto de que tienen más posibilidades de ganar aquellos proyectos que muestren cooperación internacional. Esta colaboración se puede concretar, ya sea como recursos comprometidos para trabajo en terreno, pasantías de investigadores en otros países o la posibilidad de hacer análisis, que no pueden ser realizados en Chile, en laboratorios extranjeros. A través de esta estrategia “bottom-up” se incentiva al investigador nacional a asociarse con un par extranjero, indicando como empleará los recursos.
Ahora estamos implementando una estrategia “top-down”, a través de la cual la administración del INACH establece vínculos con otros programas antárticos para construir alianzas, replicando el modelo que actualmente tenemos con Conicyt. Esto quiere decir que si un país financia una propuesta que incorpore a investigadores chilenos en el grupo de trabajo, entonces nuestro país financiará la logística que necesite el proyecto. De esta manera, a los países les conviene tener investigadores chilenos dentro de sus propuestas, porque el costo de desarrollo de los proyectos disminuirá, o bien, si se mantienen, permitirán hacer más actividades».
En este sentido, Retamales resalta la importancia de conocer los temas que están interesando a otros países con presencia antártica. “La idea es buscar puntos comunes que favorezcan la generación de propuestas que abran escenarios nuevos para la investigación, oportunidades que podrían no surgir si circunscribimos la oferta sólo a los investigadores nacionales. Eso lo estamos empezando a hacer ahora”. Para reforzar este objetivo, el INACH en conjunto con CONICYT organizó este mes en Punta Arenas un taller con expertos de Estados Unidos, la Unión Europea y América Latina para intercambiar información e identificar oportunidades de colaboración y financiamiento. Además, en septiembre, organizó el VII Congreso Latinoamericano de Ciencia Antártica, en La Serena, donde se presentaron 160 trabajos científicos y que contó con la participación de 260 investigadores y estudiantes de 13 países. En esa misma ciudad, el Instituto organizó la Reunión Anual de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (RAPAL), que permitió crear sinergias en temas logísticos, científicos y ambientales entre los programas polares del continente.
La Antártica en Magallanes
En estos días, a pasos de la sede del Instituto, en plena Plaza de Armas de Punta Arenas, se exhibe una muestra de obras de los artistas que participaron en la última versión del “Proyecto A: Residencias Antárticas”, impulsado desde el 2012 por el Consejo de la Cultura y las Artes, con el apoyo del INACH. Precisamente esta alianza es destacada por Retamales dentro del amplio abanico de acciones que el Instituto ha venido promoviendo bajo su gestión para fomentar la identidad antártica a nivel nacional y regional. “Por eso hemos publicado una guía turística en español y en inglés sobre las huellas antárticas en Magallanes y hemos hablado también de la importancia de tener un museo antártico en Punta Arenas, porque es una forma de identificar definitivamente a la ciudad”.
Entre los desafíos pendientes para consolidar a la región como puerta de entrada a la Antártica, el Director del INACH reconoce que “han habido avances importantes en el gobierno regional, que se preocupa del tema antártico en su globalidad. No está aún institucionalizado el concepto de ciudad antártica que debe tener Punta Arenas para consolidarse como tal. Sería bueno tener un indicador económico, que señale cuánto gana la región y la ciudad por concepto de la actividad polar.”
Para mantener el ritmo de desarrollo evidenciado en los últimos años, las tareas para el Instituto son muchas. “Estos años han sido especiales para el país, dadas las curvas de crecimiento en recursos, logística, número de proyectos y científicos involucrados, algo inusual en el mundo antártico”, afirma Retamales, quien reconoce que “recibimos invitaciones de otros países para conocer nuestra experiencia, nuestras estrategias. El INACH entrega en todas las reuniones internacionales amplia información, en inglés y español, sobre el Programa Científico Antártico Nacional. Todos saben cómo funciona Chile y qué es lo que hay que hacer para cooperar con nuestro país”, finaliza.
Por Jorge Gallardo T.
INACH