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El fin de la Antártica cálida

⊛ 13 de Jun del 2022 ☉ Divulgación y educación Historia Antártica ⎙ Print

En la escala geológica, el Cenozoico o «era de los mamíferos» se encuentra dividido en tres grandes periodos: el Paleógeno, muy cálido; el Neógeno, comparativamente más frío y con temperaturas globales en descenso, y el Cuaternario, caracterizado por las grandes glaciaciones y porque abarca hasta la actualidad. La división entre Paleógeno y Neógeno, hace 23 millones de años (Ma), está definida por una gran caída en las temperaturas, que afectaron con mucha mayor nitidez a las regiones polares. Esto definió el establecimiento de un clima templado frío a polar durante el Neógeno, periodo en el cual comienzan a desaparecer los grandes bosques antárticos y se establece una presión de selección que lleva a muchos organismos, sin mecanismos para tolerar o evadir las bajas temperaturas, a desaparecer definitivamente. Sin embargo, otros organismos se adaptaron a dichas condiciones y sobrevivieron, conformando los muchos linajes endémicos de Antártica.

La Antártica occidental alberga un importante registro fósil del Neógeno, debido a que aún se conservan áreas deglaciadas en las costas. La interpretación de estos fósiles está proveyendo información de gran trascendencia para la comprensión de los grandes cambios que convirtieron a la Antártica en lo que hoy es. Paradójicamente, nuestra impresión de que la historia del fin de la Antártica verde llegaba con el comienzo del Neógeno, hace 23 Ma, comenzó a ser cuestionada con los hallazgos de flora y fauna a 85° de latitud sur, o sea, a solo unos 500 km del polo sur. El área se conoce como glaciar Beardmore y los fósiles corresponden a una tundra con árboles de Nothofagus achaparrados, herbáceas como Ranunculus, turberas de musgos, insectos, en un ensamble que recuerda mucho a los de la isla de Hornos, en el extremo sur de América. Estos fósiles tienen una edad estimada de 14 Ma y su hallazgo casi 10 Ma, después del comienzo del enfriamiento final de Antártica y tan cerca del polo, lo que nos obliga a plantearnos preguntas acerca de la persistencia de estos ambientes en la península y las islas Shetlands del Sur, donde las condiciones deben haber sido menos rigurosas para la vida.

Una última reflexión nos hace indudablemente afirmar que durante la mayor parte de la historia natural, la Antártica fue un continente plagado de vida, fuente de muchas especies que hoy colorean los continentes australes y corredor biogeográfico para continentes hoy disjuntos.

FOTO: SERGE OUACHEE

Hace unos 23 millones de años la Antártica comenzó a enfriarse en forma muy sensible. Sin embargo, este gigantesco proceso de glaciación habría sido más lento de lo que se pensaba y habría tardado varios millones de años en producirse. Hallazgos fósiles obtenidos muy cerca del polo sur y de una antigüedad de solo 14 millones de años, muestran que aún existía en esa región una vegetación muy similar a la que es posible ver hoy en la isla Herschel, Parque Nacional Cabo de Hornos, que se muestra en esta imagen.

Historia de la glaciación

Durante la mayor parte de su historia, la Antártica fue un continente verde, lleno de vida, similar a lo que hoy vemos en el sur de Chile. Las temperaturas cálidas se debieron a un fenómeno de efecto invernadero de la historia natural producido, entre otras razones, por la liberación de unos dos billones de toneladas métricas de carbono a la forma de metano, gracias a la actividad de volcanes submarinos sobre bolsones de hidrato de metano submarino.

Sin embargo, hace cerca de 28 millones de años, el continente comenzó a aislarse y enfriarse, primero en las montañas interiores, luego en los valles y costas, hasta que los árboles ya no pudieron sobrevivir. Ya desde hace 50 millones de años el clima del planeta ha ido en constante descenso, gracias al deterioro del efecto invernadero de comienzos del Eoceno, ocurrido en una serie de pasos, entre los cuales destaca la permanente glaciación de la Antártica Este.

Cambios en los patrones de circulación oceánica y descenso de los niveles de CO2 atmosférico han sido considerados como causas del fuerte enfriamiento antártico. Estos cambios, producidos por la separación de Sudamérica y la Antártica y la subsecuente formación del Paso Drake, favorecieron la aparición de la corriente circumpolar antártica, la cual, se cree, ha servido de aislante térmico para la Antártica.

Actualmente, el nuevo fenómeno de calentamiento global en el que nos encontramos parece estar revirtiendo en zonas acotadas el congelamiento que tuvo el continente. El aumento de la temperatura en la corriente circumpolar ha debilitado algunos glaciares formados durante millones de años. Desde los años 50, las temperaturas promedio anuales han aumentado casi 2,5 °C, mucho más rápido que en el resto del planeta, y los vientos se han calentado cerca de 5 °C. Por ello, hoy el hielo marino se forma apenas durante cuatro meses, a diferencia de las siete de décadas anteriores.

Extraído de la Enciclopedia visual de la antártica,
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