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Kril, la pieza clave de un mundo desconocido

⊛ 28 de Oct del 2014 ☉ Artículos de prensa Artículos sobre ciencia antártica ⎙ Print

principalUn pequeño crustáceo parecido a un camarón, que pesa casi 2 gramos y mide solo 6 centímetros, es la piedra angular de todo el ecosistema antártico. Si algo le pasa al kril, en un efecto de cascada o avalancha, repercute en toda la cadena trófica que hay trás él, como ballenas, focas, pingüinos y otras especies de aves marinas, además de decenas de especies de peces y calamares.
En julio pasado se reunieron en Punta Arenas dos grupos de trabajo (Estadísticas, Evaluaciones y Modelado, y el de Seguimiento y Ordenación del Ecosistema) del comité científico de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) para discutir justamente la situación actual del kril, un presente que tiene aún muchas preguntas por responder.

Según el Dr. Javier Arata (INACH), uno de los organizadores de la reunión y vicepresidente del comité científico de la CCRVMA, “el kril no es solo alimento de animales propios de la Antártica: desde el año 1974 se explota comercialmente en la Antártica y desde el año 2011 que Chile participa activamente en esta pesquería”. Con 285.000 toneladas de captura anual en el presente año, esta pesquería está aumentando año a año y se abren interrogantes sobre el futuro de esta actividad y sobre el estado y perspectivas de la especie.

Nadie más pesado en el mundo

El Dr. So Kawaguchi (División Antártica Australiana) es un experto internacional en biología del kril y es jefe del único laboratorio que mantiene un acuario con kril vivo durante todo el año. Para Kawaguchi la “cosa más importante sobre el kril antártico es que tiene una enorme cantidad de biomasa, que equivale a casi todo el peso de los seres humanos en el planeta y esa cantidad se encuentra en el océano Austral”.

Aunque existen diferentes especies de kril, la única con uso e interés comercial es el kril antártico (Euphausia superba), a raíz de su tamaño, mayor que las otras especies. El kril antártico tiene una distribución circumpolar y vive en mar abierto y en el talud continental, donde es accesible a sus depredadores y a la pesca comercial.

Una de las interrogantes centrales en el conocimiento del kril es acerca del tamaño de sus poblaciones. El Dr. Volker Siegel (experto en demografía del kril del Instituto Johann Heinrich von Thünen, Alemania), comenta que se realizan “prospecciones de mesoescala”, es decir, “prospecciones científicas en áreas acotadas, de modo que podemos estimar la biomasa para estas áreas, como la península Antártica, las islas Orcadas del Sur o las Georgia del Sur. Sin embargo, tenemos poca información para muchas otras áreas”. Lo que sí pueden hacer es extrapolar información basada en prospecciones regionales, según las que se ha establecido un peso de 380 millones de toneladas de biomasa de kril en todo el ecosistema antártico.

Los estudios de Siegel y su equipo se han concentrado en el sector atlántico de la península Antártica “porque descubrimos que alrededor del 70 % de la población total de kril vive en el sector del Atlántico sur. Es decir, tres cuartos de la población total de kril están viviendo en un cuarto del área en que le es posible vivir.”

Esta notable concentración es posible gracias a la alta productividad del sector, con una gigantesca disponibilidad de fitoplancton y mejores condiciones de vida para el kril. “Ellos crecen probablemente más rápido que en otras áreas hacia el sur y, al mismo tiempo, la reproducción y sobrevivencia de las larvas es mejor que en áreas más cubiertas por el hielo”, afirma Siegel.

Viviendo bajo el hielo

Otro de los aspectos que presenta desafíos para los investigadores polares es la comprensión global del ciclo de vida del kril, en particular su capacidad para vivir bajo el hielo marino y su conducta durante el largo invierno polar.

El Dr. Jan van Franeker trabaja en el Instituto de Estudio de los Recursos Marinos y Ecosistemas (IMARES, Holanda) y ha desarrollado técnicas para el muestreo de kril bajo el hielo, demostrando su importancia al aporte global de biomasa de kril y la sustentabilidad de importantes poblaciones de aves y ballenas en invierno.

El ciclo de vida del kril se inicia cuando estos animales se juntan en verano “muy estrechamente en enjambres, buscando áreas donde abunde el fitoplancton para alimentarse y reproducirse. En general, se piensa que los huevos de kril, una vez liberados, se hunden a aguas profundas y luego, al eclosionar, la larva comienza su migración de vuelta a la superficie. Ahí es cuando el kril juvenil debe encontrar alimento y refugio para sobrevivir su primer invierno”, detalla Franeker. El kril vive alrededor de 5 años.

Durante el año, el kril realiza una migración vertical a lo largo de la columna de agua, razón por la cual se creía que las poblaciones disminuían en invierno, cuando, en realidad, lo que pasaba era que migraba hacia aguas más profundas. “En el verano vive cerca de la superficie, entre los 0 y 150 metros de profundidad; en el invierno el kril se mueve a aguas más profundas. Tenemos muy pocos datos de invierno, pero parece que la principal distribución de profundidad está entre los 200 y 400 metros. El kril está concentrado en aguas poco profundas y usualmente el muestreo científico ha sido realizado en los 200 metros superiores y por eso en nuestros datos parece que hay menos kril en invierno que en verano”, afirma el Dr. Volker Siegel.

En invierno, el kril juvenil necesita desesperadamente el alimento que le permita sobrevivir y alcanzar la madurez en verano. “Esto es muy interesante: la población adulta de kril parece moverse hacia abajo en la columna de agua, pero el kril muy joven, continúa Siegel, lo puedes encontrar directamente bajo el hielo y allí las larvas y los juveniles se alimentan de algas”.

El kril y sus depredadores

Los principales depredadores del kril son las ballenas, pingüinos y focas, junto con peces y otras aves, aunque su grado de influencia depende del sector en que vivan. En las islas del Arco de Scotia y en la península Antártica (con amplias líneas de costa), los depredadores más comunes son pingüinos (pingüinos adelia y de barbijo), focas cangrejeras y lobos finos antárticos. En cambio, en mar abierto, en áreas lejanas de los depredadores basados en tierra, los depredadores predominantes son las ballenas: la ballena azul (sub-especie Balaenoptera musculus intermedia o ballena azul verdadera o antártica), la ballena de aleta (B. physalus), la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) y la ballena minke antártica (B. bonaerensis).

El Dr. Luis Pastene, biólogo marino formado en la Universidad de Concepción, vive desde el año 1985 en Japón y es actualmente el director de la División de Prospección e Investigación del Instituto de Investigación de Cetáceos de la Universidad de Tokio. Pastene explica que “el kril antártico es la principal fuente de alimentación de las grandes ballenas que migran a la Antártica en el verano austral. Del consumo de kril depende su estado de nutrición y, por lo tanto, el crecimiento individual y poblacional.”

Una ballena consume diariamente entre 300 y 400 kg de kril, al menos es lo que se ha establecido para la ballena de aleta, también conocida como rorcual común. Hay especies que consumen menos, como la ballena minke antártica, y hay otras de las que simplemente no hay estimaciones (el caso de la ballena jorobada).

Luego de haber sido sobreexplotadas durante el siglo XX, las poblaciones de ballenas se están recuperando, a distinto ritmo según su propia historia de vida y el efecto que tuvo la caza en sus poblaciones. El caso más dramático fue el de la ballena jorobada que llegó a un 2 % de la abundancia original de la especie. “Felizmente, la mayor parte de las especies y poblaciones se han recuperado o están en proceso de recuperación. Por ejemplo, la población de ballenas jorobadas de Australia occidental presenta una abundancia de 28.000 animales (cifra similar a su tamaño antes de la explotación comercial) y su tasa de crecimiento es de 9.7 % anual. Datos de la misma población obtenidos en el área de alimentación sugieren una abundancia de 29.067 animales y una tasa de crecimiento del 13.6 %”, cuenta Pastene.

Esta recuperación se debería “a las medidas de conservación impuestas por la Comisión Ballenera Internacional. Ha pasado un periodo de entre 35 y 50 años desde el término de la caza comercial durante el cual las especies y sus poblaciones se han ido recuperando a diferentes tasas de crecimiento”.

Otro de los depredadores del kril son los pingüinos. La Dra. María Mercedes Santos es la directora del Programa de Monitoreo del Ecosistema (pingüinos), del Instituto Antártico Argentino, y estudia los pingüinos pigoscélidos (barbijo, papúa y Adelia), tres especies que se alimentan de kril, particularmente en el área en que trabaja: en el sector atlántico, sobre la península Antártica, islas Shetland del Sur y las Orcadas del Sur. Santos ha observado una declinación en las poblaciones de pingüinos Adelia en las áreas mencionadas. “Lo que todavía no podemos establecer es que sea específicamente por una menor disponibilidad de kril, también hay otros factores locales, como la depositación de nieve o tormentas, que también afectan a la supervivencia de los pichones. No hay un solo factor que esté determinando la caída de estas poblaciones y es lo que se está discutiendo”, señala Mercedes.

Santos indica que incluso hay una población que está cayendo un 70 % respecto del año 1995, en la isla Rey Jorge (isla 25 de Mayo). Distinta es la situación del pingüino papúa, que, al contrario, está creciendo. La causa puede estar en que el pingüino Adelia  depende mucho más del hielo y es precisamente lo que puede estar sufriendo alteraciones en la región de la península Antártica, donde se ha sentido con mayor fuerza el efecto del calentamiento global. Pero el pingüino papúa está creciendo en número de individuos y en extensión geográfica hacia el sur. “Es una especie que, en general, evita el hielo, es más subantártica, con lo cual eso también es un indicador de que algo está pasando para que una especie que es subantártica se esté expandiendo hacia el sur de la península Antártica”, dice la investigadora trasandina.

¿Cuánto kril hay?, ¿cuánto capturar?

El manejo del kril debería estar asociado al conocimiento del tamaño de sus poblaciones y del tiempo que se demora en recuperar el kril capturado. Para los científicos este es otro punto complejo en el estudio de este pequeño gigante polar. Jan van Franeker  comenta que han calculado cuánta comida es consumida por las aves marinas voladoras, pingüinos, focas y ballenas, pero que si se compara esta cantidad con la cantidad estimada de kril disponible, las cifras no coinciden: las aves se comerían todo el kril y más. Algo similar sucede con estimaciones realizadas con ballenas.

En este sentido, el ecólogo holandés confiesa que hay “presión para ir a mayores niveles de pesca y nosotros realmente no sabemos qué tan confiables son nuestros modelos para hacer esto. Hay que ser muy, muy cuidadoso”.

Una novedad de este año en la reunión en Punta Arenas de los grupos de la CCRVMA fue un encuentro que organizó la asociación de empresas que pescan kril (Association of Responsible Krill harvesting companies, ARK). Según Javier Arata, “estas empresas buscan ayudar a la CCRVMA a tomar buenas decisiones en torno al manejo del kril, al cual ven como un recurso que esperan que dure mucho tiempo y por eso quieren apoyar a los investigadores. En esta reunión investigadores y pesqueros intercambiaron información y experiencias, para saber bien cuál es el estado de la abundancia y distribución del kril y cuánto se puede extraer sin perjudicar el ecosistema”.

El kril es un ser vivo muy bien adaptado al extremo medioambiente polar. Si es un hecho que este medioambiente está cambiando, entonces el esfuerzo es saber de qué manera estas alteraciones pueden afectar al kril. “Pero, también debemos entender la conducta de las pesqueras y cómo ellas operan. Así podemos comprender esto desde las dos perspectivas: las pesqueras y el kril mismo”, resume el Dr. So Kawaguchi.

Por Reiner Canales C.
Instituto Antártico Chileno