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Identifican a cuatro nuevos grupos de pingüino papúa

⊛ 15 de Jun del 2020 ☉ Artículos de prensa ⎙ Print

Investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, junto a un equipo chileno e internacional, identificaron cuatro grupos diferentes de este animal que habita en un amplio territorio del Océano Austral y en la Patagonia chilena.-Trabajo fue publicado en la Revista Diversity and Distributions.

Tiene cabeza negra, pico anaranjado y sobre sus ojos se extiende una mancha de plumaje blanco. Habita a lo largo del océano Austral, en islas subantárticas, en Sudamérica y en la Península Antártica. También deambula por territorio chileno, principalmente, en Tierra del Fuego y cercanías del Cabo de Hornos. Se trata del pingüino papúa, ave marina que, a simple vista, pareciera ser una sola y gran especie. Sin embargo, investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, junto a otros investigadores chilenos y un equipo internacional, descubrieron diferencias evolutivas e identificaron al menos cuatro linajes divergentes en estos animales.

El estudio, publicado en la Revista Diversity and Distributions, estuvo liderado por Daly Noll, Nicolás Segovia y Elie Poulin, del IEB, Juliana Vianna de la Pontificia Universidad Católica de Chile y un amplio grupo de investigadores de Chile, España, Brasil, Argentina, Sudáfrica, Reino Unido, Francia y Estados unidos.

“Se pensaba que el pingüino papúa era una sola especie, con una distribución muy amplia en el océano Austral. Sin embargo, nuestro estudio muestra que las colonias presentes en islas subantárticas, en Sudamérica y en la Antártica, corresponden a grupos que se habrían separado hace cientos de miles de años. En base a la divergencia genética observada, éstos podrían ser considerados especies distintas”, explica Elie Poulin, académico de la Universidad de Chile.

Para indagar en esta materia, los investigadores realizaron trabajos en terreno y diversos análisis, que incluyen indagaciones en el hábitat terrestre y marino de estas aves, información satelital y estudios genéticos en laboratorio. Toda ésta, evidencia científica que busca impulsar la preservación de este animal que hoy está clasificado en categoría de Preocupación Menor.   

“Uno de los aspectos más importantes de este trabajo, es que se puede considerar a cada uno de estos linajes – grupos genéticamente diferentes – como una unidad evolutiva independiente y, gracias a ello, reevaluar su clasificación y categoría de conservación, enfocándonos en cada grupo independiente y no en papúa como una única especie”, explica Daly Noll, estudiante de Doctorado de la Universidad de Chile. 

El papúa y nuevos linajes

Se estima que estas aves originarias de la Antártica, habitan en nuestro planeta desde hace 4 millones de años. Repartidos hoy por varios puntos del océano, éstos tienen características físicas que, en apariencia, no parecen diferir entre colonias. Sin embargo, se estima que aquellas poblaciones de papúa más cercanas a la Antártica, tendrían individuos de tamaño más pequeño que en otros sectores. En cuanto a la alimentación, estas aves se conforman a lo que tienen en su hábitat y no se regodean: consumen krill, peces, crustáceos y lo que tengan a la mano, según explica Daly Noll.

En ese contexto, otro rasgo distintivo es el tipo de movilidad que presentan. “Se ha observado que el papúa se desplaza muy poco y que no se mezcla con poblaciones lejanas, ya que tiene todo disponible para su alimentación en las cercanías de su colonia, rasgo que también fortalece la divergencia, es decir, la separación de las poblaciones”, comenta la investigadora del IEB.

Asimismo, ésta es un ave que circula entre el hábitat terrestre y marino. En el primero, principalmente, durante su actividad reproductiva, y adentro del agua, cuando se trata de buscar comida.

Pero entonces, ¿qué elementos los hacen divergentes? ¿Cómo se podrían distinguir nuevos linajes? Al respecto, Elie Poulin señala que esa diferenciación genética observada durante la investigación, se asocia en gran medida a factores ecológicos y a los procesos de adaptación a diferentes ambientes.

Respecto a los linajes, el estudio respaldó la existencia de cuatro principales: en islas al norte del frente polar (Islas crozet y Marion); en la Isla Kerguelen; en América del Sur e Islas Malvinas, y en la Península Antártica y Antártica marítima.

Investigadora Daly Noll

¿Cómo lo descubrieron? El trabajo, que se inició el 2017, combinó herramientas genómicas y de modelamiento ambiental. Para ello, los ecólogos generaron un modelo para caracterizar el ambiente terrestre y marino de una colonia, basándose en información satelital y georreferenciación para medir condiciones de temperatura, humedad, salinidad, productividad primaria y precipitaciones.

Por otro lado, tanto Elie como Daly, junto a una red de colaboradores nacionales e internacionales, también viajaron a terreno para tomar contacto directo con los pingüinos y colectar las muestras.  “Éste es un trabajo muy lindo, ya que tiene muchas herramientas para su desarrollo. Una vez estamos en el laboratorio, analizamos el ADN de los pingüinos papúa y secuenciamos gran parte de sus genomas, información que nos permite estudiar la distribución de las poblaciones, reconstruir la historia y relaciones de parentesco, entre otros elementos”, comenta Daly Noll.

Necesidad de conservación

Los científicos del IEB, explican que una de las mayores amenazas para las especies que se encuentran alejadas de asentamientos humanos, son los cambios en sus hábitats, producidos fundamentalmente por el cambio climático. Las especies deben tener el potencial para adaptarse a nuevas condiciones y puede que no siempre lo logren, aseguran.

En ese contexto, Elie Poulin, señala que las poblaciones de papúa presentes en la Antártica, se han ido expandiendo cada vez más hacia el sur, debido a la disminución del hielo en las regiones que habitan.

Es por eso que, el científico y también director del Proyecto Anillo de Biodiversidad Genómica Antártica, valora la generación de conocimiento para fines de conservación, y la contribución internacional y de ecólogos como Juliana Vianna, quien hace pocas semanas, recibió el Premio de Excelencia Científica “Adelina Gutiérrez”, que entrega anualmente la Academia Chilena de Ciencias.

“La conservación de esta especie en Chile debe tener mayor importancia y ser reevaluada. Sabemos que los criterios de clasificación de riesgo dependen de dos grandes factores:  la distribución de una especie y qué tan abundante es la misma. Pero obviamente, es muy distinto observar a una sola especie con muchos individuos a lo largo de todo el océano austral, que a un grupo reducido geográficamente y separado”, explica.

Daly Noll, también respalda la necesidad transformar las clasificaciones en términos de conservación y la importancia de seguir generando conocimiento. “Por todo ello, es muy necesario hacer investigación para conocer los sistemas y especies más vulnerables y así, desde la ecología y otras áreas, profundizar en los múltiples enfoques. En el caso del reciente trabajo que hemos desarrollado, sin duda hay un gran potencial evolutivo que debemos proteger con fuerza”, puntualiza.

FUENTE: Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB