El número de migrantes internacionales (personas que viven en un país distinto al de su país de nacimiento) alcanzó los 258 millones en todo el mundo el año 2017. Las crisis económicas y sociales que se viven en distintos lugares del planeta nos hacen pensar que esta cifra ha aumentado. Casi la mitad de los migrantes (48 %) son mujeres y más de 36 millones son niños y niñas (datos de https://migrationdataportal.org/).
Este fenómeno ha estimulado la discusión pública de varios temas de suma relevancia: las fronteras y las políticas de inmigración; la identidad y sus procesos de construcción y cambio; el impacto socio-económico de la llegada numerosa de personas a un determinado territorio.
¿Hay algún vínculo entre estas migraciones y la crisis climática?
En un escenario de calentamiento de 2 °C, el aumento proyectado del nivel del mar es de 5 metros y más en los próximos siglos. Si se logra limitar el calentamiento a 1,5 °C se mantendría el aumento del nivel del mar bajo 1 metro en el largo plazo. La mala noticia es que este escenario ya no sería posible de alcanzar, enfrentando un escenario más probable de 1,7 ºC o más.
En consecuencia, si hoy no podemos afirmar que exista una relación entre las migraciones y el cambio climático, en el futuro sí podría haber un fuerte vínculo con poblaciones completas abandonando zonas costeras o lugares golpeados irremediablemente por sequías sin fin.
En la Antártica y especialmente en la Península, un calentamiento de solo 1.5 ºC tendrá efectos considerables. El número de días con temperaturas superiores a 0 ºC aumentará, las lluvias aumentarán y la superficie del hielo se derretirá. El océano se volverá más turbulento y liberará calor a la superficie del mar y a las costas. Los patrones de distribución de la vida marina cambiarán y en el continente se abrirán nuevos espacios para la llegada exitosa de especies no nativas. Nuevamente las proyecciones son sombrías.
Este año Chile preside la COP 25, órgano de decisión supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas frente al Cambio Climático, que reúne a 196 países miembros más la Unión Europea (197 partes) anualmente en la mayor cumbre que se realiza a nivel mundial para abordar la acción mundial frente a este fenómeno.
La comunidad científica, y dentro de esta la ciencia antártica, está realizando sus mayores y mejores esfuerzos para aportar información que presente el estado actual de la crisis climática y sus posibles proyecciones y, así, colaborar con la toma de decisiones políticas.
Este contexto nos permite ver el legado del Tratado Antártico desde un punto de vista más optimista, más luminoso. Firmado hace casi 60 años y hoy refrendado por 54 países, el Tratado tuvo la visión de proteger un continente completo y promover en él la ciencia y las actividades pacíficas, donde la única frontera está dada por las capacidades del ser humano para producir conocimiento sin poner en riesgo la conservación esa región polar.
El espíritu antártico de fraternidad y colaboración no solo es palpable en el Continente Blanco, sino también en las ciudades puertas de entrada y cada uno de los países que siente una vocación polar. En diciembre celebramos seis décadas de un instrumento único de las relaciones internacionales, ejemplo de la capacidad humana de lograr acuerdos y anteponer el interés (y derechos) de las futuras generaciones. Esperemos que sirva de referencia para las decisiones clave que deben ser tomadas antes temprano que tarde.